En España, la empresa familiar es el motor del tejido empresarial. Representando más del 89% del total de empresas del país, genera cerca del 67% del empleo privado y es responsable de una parte significativa del PIB. Sin embargo, una de sus mayores fortalezas —la continuidad generacional— también es uno de sus grandes desafíos. Es por ello que las asociaciones de empresas familiares juegan un papel esencial para acompañar a las familias empresarias en su crecimiento, profesionalización y transición entre generaciones.
En Atalaya, nos encanta ver cómo en España se está impulsando activamente la empresa familiar a través de distintas instituciones, programas y espacios que refuerzan su papel clave en la economía.
1. Instituto de la Empresa Familiar (IEF).
Fundado en 1992, el Instituto de la Empresa Familiar es la principal organización nacional que representa a las empresas familiares españolas. Reúne a más de 100 grandes grupos familiares y cuenta con el apoyo de una red de 18 asociaciones territoriales. Su objetivo es defender los intereses de este modelo empresarial, impulsar su competitividad y promover el relevo generacional.
El IEF organiza el Congreso Nacional de la Empresa Familiar, ofrece estudios, formación especializada y representa los intereses comunes frente a los diferentes organismos.
2. Asociaciones territoriales de empresa familiar.
En cada comunidad autónoma existen asociaciones vinculadas al IEF que desarrollan una labor clave en la proximidad. Algunas de las más destacadas son:
– Asociación Valenciana de Empresarios (AVE)
– Asociación de la Empresa Familiar de Cataluña (ASCEF)
– Asociación de la Empresa Familiar de Madrid (ADEFAM)
– Asociación Andaluza de la Empresa Familiar (AAEF)
– Asociación Gallega de la Empresa Familiar (AGEF)
Estas organizaciones ofrecen acompañamiento, formación, foros de encuentro y programas de prácticas y networking para las nuevas generaciones.
3. El papel de estas asociaciones en la sucesión generacional.
Uno de los grandes aportes de estas instituciones es la ayuda en los procesos de transición generacional. Ofrecen:
– Programas específicos para next gen.
– Seminarios sobre gobernanza familiar y protocolo.
– Asesoramiento sobre estructura societaria y patrimonial.
– Espacios de confianza donde compartir experiencias con otras familias empresarias.
Como destaca María Sanchiz, ex socia de PwC en el área de grandes patrimonios y miembro del advisory board de Atalaya: “La continuidad de la empresa familiar pasa ineludiblemente por involucrar a la siguiente generación desde una visión profesional y con valores. Su energía y perspectiva son imprescindibles para conectar pasado y futuro”.
Gracias a esta labor, muchas empresas familiares logran asegurar el relevo generacional, profesionalizar su gestión y mantener sus valores fundacionales.
4. Impacto en el tejido industrial.
Al fortalecer a las empresas familiares, estas asociaciones también están contribuyendo directamente al desarrollo industrial del país:
– Fomentan la inversión de largo plazo y el compromiso con el territorio.
– Impulsan la innovación y la sostenibilidad desde una visión responsable.
– Generan alianzas y colaboraciones entre familias y sectores.
En definitiva, las empresas familiares españolas son una pieza clave para garantizar un futuro sólido para nuestra economía , basado en la estabilidad, la cercanía y la continuidad.
Las asociaciones de empresas familiares en España no solo defienden los intereses de sus asociados: están construyendo una red de apoyo, formación y conexión que permite a las familias empresarias mirar al futuro con confianza. En un momento de constante transformación económica y social, su labor es hoy más relevante que nunca.